La Camarilla

En noches muy lejanas, toda la sociedad vampírica estaba unida bajo un estandarte común, el menos en lo que se refiere al mundo occidental. Esa organización era conocida como la Camarilla, nombre que corresponde a una posterior palabra española que denota a un grupo de poder o a un conjunto de asesores secretos. El poder de la Camarilla era incuestionable: donde quiera que dominara la Roma Imperial, también dominaba la Camarilla. Incluso se sospecha que muchas de las costumbres de los Vástagos que han sobrevivido hasta esta misma noche hunden sus raíces en la estructura de la Camarilla, como puede ser el caso de la ideas del Príncipe que gobierna dominios autónomos.

Aunque las pruebas del vampirismo antes del Imperio Romano son escasas y no definitivas, casi todos los Vástagos aceptan que probablemente los vampiros ya existían con anterioridad. En general se piensa que eran salvajes, monstruosos y que estaban completamente desorganizados. De existir, su "sociedad" sería, probablemente, poco más que unos dominios dispersos, indefinidos, donde vivía un único vampiro y la progenie que decidiera acoger. La actualmente difunta Camarilla fue el primer intento realizado para crear una auténtica sociedad de los Vástagos que alcanzó el éxito.

Sin embargo, cuando el Imperio Romano se vino abajo, también se desmoronaron las estructuras en las que se apoyaba la Camarilla. Como los Vástagos necesitan la sangre de los mortales para mantenerse con energía, dependen de la sociedad mortal para que sea la base de la suya propia. Como durante la Edad media Europa se fue dividiendo en dominios feudales aislados, la única elección que le quedó a la sociedad vampírica fue o bien hacer eso mismo o volver a caer en la barbarie de los viejos tiempos. La propia naturaleza de los Vástagos también aceleró la ruina de la Camarilla. Siempre maquinadores y celosos, fueron pocos los vampiros que alcanzaron una posición destacada dentro del orden social de la Camarilla gracias a su sentido del altruismo o de la justicia. Entonces, al igual que ahora, los Vástagos deseaban ardientemente el poder y la influencia, que sólo podían lograr impidiendo que sus rivales se hicieran con ellos.

sí que no resulta sorprendente ver que de los restos de la destrozada Camarilla surgieran diversas facciones, las llamadas "alianzas", cada una de las cuales abrazaba una filosofía o política distinta con el respaldo de antiguos con mentalidad similar y de demagogos carismáticos. Donde en el pasado se había alzado una única organización, emergió un puñado de alianzas distintas producto de la desolación de la época.